lunes, 9 de enero de 2012

Seguros: conductas del hombre ante el riesgo y antecedentes históricos

En este primer post hablaremos sobre las diferentes conductas del hombre ante los riesgos que amenazaban sus bienes así como los antecedentes históricos del seguro.

Conductas del hombre ante el riesgo

El hombre, en todas las épocas, ha sido sensible a la realidad de los riesgos que le amenazaban. Conforme aumentaban el grado de civilización y la calidad de vida, también aumentaban en la misma medida los riesgos, tanto en tamaño como en número.

Hoy nadie desconoce que el ser humano está sometido a múltiples riesgos, algunos muy graves o catastróficos.

La conducta humana adopta distintas posiciones antes el riesgo, desde mostrarse indiferente, es decir, la autoasunción del mismo hasta la más lógica que sería la prevención, a través de la cual se tiende a disminuir las consecuencias de los hechos gravosos, neutralizando sus efectos.

Otro modo de afrontar el riesgo es, sin duda, el ahorro. Pero se desconoce la cantidad de dinero que se necesita para afrontar cada uno de los riesgos, además de requerir mucho tiempo para disponer de una cierta cantidad de dinero.

Otro modo de afrontarlo sería el autoseguro, reservas, la propia persona física o jurídica afronta con su propio patrimonio las posibles consecuencias de los hechos.

Como alternativa más coherente a todas hellas, se presenta el seguro. El seguro puede definirse como el sistema en virtud del cual una persona física o jurídica (asegurado), recibe de una empresa especializada (asegurador), la promesa de una compensación de unos daños que sufra si el siniestro llega a afectarle y, a cambio, le entrega una determinada cantidad de dinero, precio de la cobertura pactada (prima).

Antecedentes históricos

La necesidad de seguridad es inherente al ser humano. Desde su origen, el hombre siente la necesidad de estar seguro frente al medio en que vive.
Más adelante, el hombre comprueba que hay circunstancias en las que puede perder sus bienes, total o parcialmente, y observa asimismo que para desarrollar sus incipientes actividades comerciales, ha de buscar algún tipo de protección económica frente a tales circunstancias. Entonces, con formas a veces curiosas, aparece la idea del seguro:

Los comerciantes chinos que se aventuraban a transportar sus mercancías, en embarcaciones endebles, distribuían la mercancía para que, en el caso de catástrofe, perdiesen los menores bienes posibles. Esto es el principio básico del seguro: la distribución del riesgo.

Los mismos procedimientos utilizaban los mercaderes árabes, distribuyendo la mercancía en diferentes caravanas.

Fórmulas más o menos rudimentarias se utilizaban en la antigüedad para proteger las mercancías que circulaban por las principales rutas comerciales, terrestres y marítimas.

En Babilonia, el Código de Hammurabi promocionó la creación de una asociación que se encargaba de dar una nueva nave a los mercaderes que perdían la suya, etc.

En Atenas apareció el Préstamo a la Gruesa, por el que el prestamista debería perdonar el préstamo hecho al comerciante para financiar un viaje marítimo si el barco se perdía.

La mayor aportación romana al seguro fue la organización de sociedades de enterramiento (“collegía tenuiorum”), antecedente de los seguros de vida y enfermedad.

En la Edad Media hubo asociaciones para la ayuda mutua en Inglaterra, Dinamarca y especialmente Alemania, que implicaban un compromiso de ayuda mutua en caso de incendio o naufragio.

Durante los siglos XII a XIV se produjo un gran desarrollo del seguro marítimo, al mismo tiempo que se perfeccionarion o aparecieron otras modalidades de seguro.

En Portugal, en el último tercio del siglo XIV, se desarrolló un seguro que hoy podríamos asimilar a los de carácter obligatorio, para buques de más de 50 toneladas.

También Barcelona era en aquellos momentos un importante centro mercantil. Sus comerciantes organizaron el denominado Consulado del Mar. Esta corporación promulgó las Ordenanzas de Barcelona de 22 de noviembre de 1435.
Deben de citarse también las Ordenanzas de Burgos (1538), las de Sevilla (1556), también importantes en la historia del seguro español. Después se publicaron las de Venecia, Florencia y Génova.

Amberes toma del liderazgo asegurador en el siglo XVI y allí se producen varias Ordenanzas entre 1563 y 1570. La llamada Ordenanza de Felipe II, de 1570, es la más importante, fue publicada por el Duque de Alba y en ella se regula por primera vez la supervisión del Estado sobre el seguro. Por ello se creó la Comisaría de Seguros de Amberes y se reglamentó su organización.

A partir del siglo XVII, Inglaterra se erigió en nación dominante del comercio internacional.
También el seguro de vida dio pasos firmes en esta época. Se sabe que se habían emitido pólizas de vida en el siglo XVI, con motivo de préstamos.

Al hablar de la historia del seguro de vida es obligado hablar del sistema tontino, (Lorenzo Tonti , siglo XVIII), que consistía, en reunir un grupo de personas de edad y circunstancia similares, donde cada miembro del grupo aportaba un capital y percibía una renta vitalicia con los capitales de los miembros del grupo que iban falleciendo.

A finales del siglo XVIII, el Parlamento inglés se vió obligado a promulgar una ley de seguro que exigía que hubiese un interés asegurable para que el contrato fuese válido.
En el desarrollo histórico del seguro hay que mencionar el Lloyd's de Londres, que fue, desde el siglo XVIII, el mercado más importante para suscribir seguros, pues sus miembros estaban muy familiarizados con las situación económica y circunstancias que condicionaban los negocios.

A partir de ahí y, con la Revolución Industrial, el seguro ha venido haciendo frente a los riesgos creados por el avance tecnológico y por la complejidad general de la nueva sociedad.




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